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Un 12 de febrero el cerro Chenque dividió a la ciudad en dos

Las pequeñas fisuras en el asfalto ya anunciaban el desplazamiento del suelo. En la madrugada, el conductor de un auto impactó contra un importante trozo de asfalto en la ruta 3 y alertó sobre la situación. Faltaban horas para que la ciudad quede incomunicada.

Corría el verano de 1995. El único enlace entre el casco céntrico de Comodoro Rivadavia y los barrios de la zona norte era la ruta Nacional 3. Quince horas diarias, durante seis jornadas, trabajaron motoniveladoras, topadoras, camiones y grúas para acondicionar tres caminos alternativos de pedregullo, ya que 200 metros de la ruta habían sido destruidos por el desplazamiento del cerro. Incluso en lugar de asfalto, en algunos sectores podían observarse grietas de más de tres metros de profundidad. El fenómeno se produjo de madrugada, cuando afortunadamente nadie circulaba por el sector, lo cual evitó tener que lamentar víctimas.

Eran las 4 de la mañana del domingo 12 de febrero de 1995. Desde hacía varios días, fisuras en el asfalto de la zona de El Infiernillo, en la ruta nacional 3, evidenciaban un desplazamiento del suelo. Sin embargo, esa madrugada las pequeñas fisuras se convirtieron en grandes grietas de más de tres metros de profundidad, el cerro Chenque colapsó provocando derrumbes y dejando a Comodoro Rivadavia incomunicada entre su casco céntrico y los barrios del sector norte.

La noticia incluso tuvo repercusión nacional y diversos medios de Buenos Aires mandaron enviados especiales. Es que al desaparecer ese tramo de la ruta nacional 3, quedó literalmente incomunicado por vía terrestre todo el centro-sur de la Patagonia con el resto del país. De inmediato también la provincia declaró “Estado de emergencia” y las autoridades municipales, encabezadas por el intendente José Raúl Pierángeli, iniciaron un plan estratégico para normalizar la situación de la principal ciudad de Chubut.

Indicios que lo pronosticaban

Unas tres semanas antes, la ruta había comenzado a ceder y se observaban las primeras rajaduras en capa asfáltica del sector de El Infiernillo. Vialidad Nacional ya había anunciado obras para evitar el colapso. Sin embargo, a la 1:30 de la madrugada de ese domingo 12 de febrero, el conductor de un Peugeot 504 que se dirigía hacia el centro de la ciudad impactó contra un voluminoso trozo de carpeta asfáltica que se había levantado unos doscientos metros antes del acceso por la calle Sarmiento.
El conductor se acercó de inmediato a la Seccional Primera de Policía y advirtió sobre el crítico estado del asfalto. Una hora y media después, el inspector Palacios quien era encargado de turno en la guardia municipal de tránsito, decidió cortar el paso por la ruta 3 y desplazarlo por el entonces precario camino del Mirador.

Ya para las 4 de la madrugada, 200 metros de ruta habían desaparecido producto de grietas que superaban los tres metros de profundidad y por derrumbes en la ladera del Chenque. Horas después, con los primeros rayos de sol, podía observarse en toda su magnitud el desolador panorama. Los cráteres dejaban la sensación de que se había producido una explosión en el lugar. Y además de las dificultades que por semanas, incluso meses, acarrearía para el tránsito terrestre, Telefónica informaba que por los cortes de las líneas que pasaban por el sector 3.278 casas se habían quedado sin el servicio.

 

Ciudad dividida

La primera opción para volver a comunicar a los habitantes de la zona norte con el resto de la ciudad fue el camino alternativo que pasa sobre el cerro y que hoy se conoce como Camino del Centenario. Entonces no era más que una angosta carpeta de pedregullo y se trabajó en habilitarla para los vehículos livianos.

También se habilitó el camino que circunda la ex caballeriza de YPF, entre el barrio Pietrobelli y el barrio Santa Lucía en Kilómetro 3 y otra alternativa que se habilitó fue lo que ahora se conoce como el camino Roque González, para comunicar los barrios Saavedra por el norte y Máximo Abásolo por el sur.
Mientras tanto, el tránsito pesado circulaba por el camino de circunvalación que iniciaba en Ciudadela, recorriendo las empedrados ypefianos y desembocando en Bellavista, sobre la ruta provincial 26, a 16 kilómetros del cruce con la ruta 3. Esa era la alternativa para los camiones y transportes de larga distancia que iban o venían de Santa Cruz o Tierra del Fuego.
Máquinas viales y camiones empezaron a trabajar ese mismo domingo 15 horas diarias para acondicionar las rutas alternativas, donde se encontraban con obstáculos como conductos de agua y petróleo.

Los camiones regadores del municipio no daban abasto y el intendente en su carácter de presidente de la junta de Defensa Civil tuvo que llamar a todos los camiones cisternas particulares y de empresas para que prestaran colaboración.

“Estamos en una emergencia y todos tiene no sólo responsabilidad sino la obligación de efectuar sus aportes para contribuir a paliar los efectos de la catástrofe”, declaraba el secretario municipal de Servicios Públicos y coordinador del operativo, Juan Manuel Feeney.

En materia de transporte público, la agencia de remises Norte, de Próspero Palazzo, implementó un sistema de remis-colectivo por un valor de seis pesos, para aquellos que no disponían de movilidad y necesitaban llegar a su trabajo. Mientras, la empresa de colectivos Patagonia Argentina dispuso una terminal temporaria en la ex Proveeduría de YPF, con la misma finalidad.

Por esos días, trasladarse incluso en vehículos particulares desde el barrio Mosconi al centro de la ciudad, implicaba casi una hora de viaje, a raíz del intenso tránsito por el camino del Mirador, que también tuvo que soportar anegamientos por 11.9 milímetros de lluvia que cayeron ocho días después del desastre.

Con el correr de las semanas, la ruta nacional 3 volvió a ser habilitada en el sector de El Infiernillo. Se construyó un camino asfaltado que pasaba más cerca de la costa que del cerro. Pero se trató sólo de una solución temporal en terrenos privados.

Luego se construyó una nueva traza sobre la vía original, que es la que perdura hasta la actualidad, pese a los riesgos latentes. El Camino del Centenario y el Camino Roque González surgen hoy como dos importantes alternativas, a la que espera sumarse con el tiempo el Camino de Circunvalación, un proyecto que apunta a solucionar el problema del paso del tránsito pesado por el radio urbano.