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La saga de Chihuido

Por Gerardo Burton desde Neuquén.

El enojo por el desaguisado del macrista Lopetegui fue metabolizado a duras penas por el gobernador neuquino  Omar Gutiérrez. El mandatario cuadruplicó la apuesta: ahora llamará a licitación pública para construir, además del complejo hidroeléctrico Chihuido I,  la versión II, que se ubicaría en Paso de los Indios, próxima a Los Barreales, y las represas Cerro Rayoso y La Invernada, también en el sobre el río Neuquén.

En diciembre de 2015 el aprovechamiento multipropósito Chihuido I estaba prácticamente encaminado: el banco de desarrollo ruso -Vnesheconombank- estaba en condiciones de aportar el 95 por ciento del monto total del proyecto, calculado entonces en más de 2.600 millones de dólares.

El gobierno recién instalado en la Casa Rosada encabezado por Mauricio Macri intentó bajar la tasa de interés proyectada, y lo consiguió: del 6,5 por ciento logró un punto menos a comienzos de 2016. En septiembre de ese mismo año Macri, en la cumbre del G-20 en China, insistió ante el presidente ruso Vladimir Putin con una nueva baja: quería 4,5 por ciento. Putin ni lo consideró: volvió al 6,5 por ciento original y el proyecto se congeló pese a los pronósticos del argentino sobre el Mundial de fútbol, que no se cumplieron en absoluto.

Chihuido fue abandonado, y hace exactamente un año tuvo una especie de resurrección cuando Angela Merkel estuvo en Buenos Aires y comprometió la participación de Euler Hermes, la agencia de exportaciones de Alemania para aportar parte de la financiación.

Sin embargo, el 11 de julio pasado, el vicejefe de gabinete Gustavo Lopetegui recibió a los representantes de la empresa alemana Voith Hydro, y les anunció que el gobierno nacional había tomado la decisión de dar marcha atrás con el proyecto, que tiene un presupuesto estimado de 2.200 millones de dólares. Con la excusa del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, Lopetegui les dijo a los sorprendidos alemanes que el Estado argentino no puede afrontar el aporte del 15 por ciento -330 millones de dólares en cinco años- aunque sus interlocutores le aseguraron que contaban con el 85 por ciento restante del financiamiento.

Los alemanes venían comisionados por Merkel con el propósito de firmar el contrato definitivo con el presidente Mauricio Macri, ya que tenían en sus portafolios las garantías respaldadas por Euler Hermes y el gobierno italiano, con lo cual se aseguraba el porcentaje del financiamiento de la obra -alrededor de 1.800 millones de dólares.

Por eso no entendían cómo los recibía un funcionario de segunda línea en lugar del jefe de Estado o el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. El portazo tampoco fue comprendido por los ejecutivos de la firma Helport, de Eduardo Eurnekian, que encabeza el consorcio adjudicatario de la obra.

En cambio, Lopetegui propuso que Neuquén se haga cargo de ese porcentaje con regalías provenientes de la explotación de hidrocarburos en la formación Vaca Muerta o que la represa se construya mediante el mecanismo de participación pública privada -PPP- con lo que la obra tendría una tasa de interés dos o tres veces más alta que la propuesta por los alemanes.

Dos

El enojo por el desaguisado de Lopetegui fue metabolizado a duras penas por el gobernador Omar Gutiérrez, que había estado en la reunión con los alemanes. El mandatario neuquino cuadruplicó la apuesta: ahora, en lugar de una, llamará a licitación pública nacional e internacional para construir cuatro represas: además de Chihuido I,  la versión II, que se ubicaría en Paso de los Indios, próxima a Los Barreales, y Cerro Rayoso y La Invernada. Las dos últimas formaban parte de un paquete de centrales hidroeléctricas a construirse en el Neuquén medio, aguas arriba de las dos Chihuidos, y su estudio de factibilidad se licitó en febrero de 2016.

Gutiérrez está, al menos, entre dos fuegos: no puede criticar demasiado porque las inversiones en energía favorecieron a Neuquén desde que asumió el macrismo y su relación con el gobierno nacional es privilegiada respecto de otras provincias. Pero por otro lado, las banderas históricas del MPN lo obligan a mantener cierto federalismo discursivo. Por eso lo de las cuatro represas y el silencio ante el desplante de Lopetegui.

El problema para Gutiérrez es que ése es el techo del gobierno nacional: a Macri y su equipo no les interesa la inversión en obras de infraestructura con largos plazos de ejecución -Chihuido I está entre los cuatro y cinco años- con grandes inversiones y extendidas tasas de retorno. La política -al menos en materia energética, pero puede aplicarse al resto de las áreas- consiste en negocios rápidos, de alta rentabilidad y, sobre todo, con la participación del club de empresarios ligados al oficialismo gobernante. En otras palabras, aunque sea más sustentable desde todo punto de vista una represa hidroeléctrica, la importación de gas es un mejor negocio, tanto para las corporaciones internacionales como para los empresarios locales. El modelo de la alianza Cambiemos -incluidos sus socios menores, los radicales- está más próximo al que Jorge Abelardo Ramos caracterizaba como “factoría pampeana” ligada a la exportación de la producción agropecuaria -ahora sería agroalimentaria- y la importación de todo aquello que no produce o no es rentable producir en la Argentina. Es decir, el rumbo es hacia el país anterior a la sustitución de importaciones iniciada en la década infame, un período durante el cual gobernaron, como ahora, los radicales “galerita” y los conservadores.

Gutiérrez tiene un problema complementario: el espacio que ocupó su vicegobernador. Para Rolando Figueroa la despedida de los alemanes fue “una noticia triste y una mala decisión” del gobierno nacional. Habló de “una visión miope y centralista” y calificó de “papelón diplomático” la reunión con Lopetegui. Chihuido se metió en la interna emepenista, y luego se extendió a la puja con el intendente de la capital, Horacio Quiroga, que empezó a probarse el traje de campaña a gobernador.

Tres

La obra de Chihuido fue adjudicada durante el mandato de Cristina Kirchner mediante licitación pública al consorcio liderado por Helport, de grupo Eurnekian. Según el proyecto, la central generará 637 megavatios de potencia –casi la mitad de la de El Chocón, que tiene 1.200 megavatios- y aportará 1.750 gigavatios/hora de energía media anual al sistema interconectado nacional. Se calcula que la electricidad generada por la represa se traducirá en un ahorro de 420 millones de litros de gasoil por año de acuerdo con los datos disponibles por el ministerio de Planificación del gobierno anterior.

Se emplazará en el centro de la provincia, a 90 kilómetros de Zapala, generará un espejo de agua de aproximadamente 18 mil hectáreas, lo que representa un tercio de la superficie del lago Nahuel Huapi, y su construcción demandará unos 2.500 puestos de empleo directos y otro tanto en forma indirecta. Asociado a la central se proyecta un desarrollo agrícola, industrial y turístico.

Una vez concluido el dique, el agua cubrirá a la comunidad de Quili Malal y a los parajes rurales Agrio del Medio, Bajada del Puente y Villa del Agrio, cuyos habitantes –alrededor de 300  pobladores- serán reubicados en nuevos asentamientos urbanos. El trabajo de reinserción social, cultural y comunitaria, comenzó hace casi una década y estuvo a cargo de la empresa provincial Emhidro -Emprendimientos Hidroeléctricos Sociedad del Estado-.

El objetivo fundamental de esta represa es contener la crecida  máxima probable del río Neuquén hasta los 11.500 metros cúbicos por segundo. El río tiene un promedio de 399 metros cúbicos por segundo. En el invierno de 2007, el caudal superó los 10 mil metros cúbicos por segundo y hubo que desviar el curso fluvial por el lago Mari Menuco, ya que ni Planicie Banderita ni el Dique Ballester estaban en condiciones de contenerlo. Un año antes había ocurrido otro tanto. Una crecida de esas características amenaza las poblaciones aguas abajo, en un arco que va desde San Patricio del Chañar hasta Cipolletti e incluye en el medio a Centenario y Neuquén.