Menos aún, la resolución habla de “recuerdos implantados y falta de credibilidad del discurso de la denunciante, a mérito de los resultados de los test proyectivos y de la indagación de su personalidad”.
“El análisis integral del material psicológico obtenido en sus convergencias y recurrencias permite sostener la inexistencia de signos compatibles con victimización sexual ni afectación en esa área lo que se corresponde con sus dichos respecto de cómo transita en la actualidad su sexualidad adulta junto con su pareja”, añade el peritaje psicológico.
Además, destaca “la presencia en la joven de un aumento de ideación confabulada no puede considerarse a los mismos basados en recuerdos reales y por lo tanto no se corresponden con situaciones por ella vividas”.
No obstante, Biasotti no fue definitivamente desvinculado de la imputación, por cuanto la jueza dispuso que “se practique un amplio peritaje psicológico psiquiátrico ante el Cuerpo Médico Forense a la persona del acusado”.
La jueza recordó que “Biasotti ha manifestado expresamente su disposición a someterse” a ese estudio, que “deberá versar sobre si presenta alteraciones que hagan presumir alguna desviación sexual y/o de la libido compatible con los hechos que se le atribuyen, o detectar trastornos, perturbaciones o inmadurez en la esfera psicosexual con posibilidad de conductas desajustadas en ese orden”.
En su descargo, Biasotti -quien mantuvo una relación sólo circunstancial con Andrea del Boca, fruto de la cual nació la hija de ambos- sostuvo que “en todo este proceso a ella se le hizo creer un montón de falsedades que se transformaron en recuerdos implantados, todo estaba orientado a destruir la imagen paterna, a crear un sentimiento de enojo, de bronca”.
“Anna Chiara creció con todas estas mentiras, le hicieron creer que su padre era un ogro”, se atajó.