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Animal de radio: se nos fue el Oso

(Víctor Amigorena) No lo esperábamos, pero a la vez sabíamos que era algo que podía suceder, a pesar de que todos, todos en la radio teníamos la firme esperanza de que su estado de salud se iba a revertir y lo íbamos a y tener nuevamente por el estudio, entrando por la puerta y diciendo “Aguante el General” , bromeando pero con su tono de convencimiento peronista.
A veces con una sonrisa a pleno, bromeando, otras veces con un humor más cerrado. “El psiciano”, le decíamos con sus cambios de humor. Eso si, siempre amable, con mucha profesionalidad más allá de las bromas.
Tipo de tango, sobre todo, pero conocedor y amante de la buena música. ¿A quién no cautivó la voz del Oso cuando hacía una sembalanza de Sandro por ejemplo para presentar uno de sus temas? La voz que ingresaba a la gran mayoría de las viviendas de la ciudad a través de ese aparatito llamado radio, y que era justamente el gran refugio desde donde se proyectaba.
Una voz inconfundible en el aire patagónico, que se metió en cada hogar, que junto a los camioneros recorría rutas y junto a las mamás preparaba los almuerzos antes de mandar los chicos a la escuela. La misma voz que te acomapañaba en la oficina o en kiosco, o a bordo del remis. La voz que te arrancaba una sonrisa o una puteada según lo que informara.
La voz, que para una generación fue la que anunciaba Master Uno, ese progama televisivo que nos hacía prender a la pantalla.
La voz, con la que te dabas vuelta cuando te gritaba en la calle, solo confundible con la de Carlos Omar, un calquito.
“No muchachos, solo soy un simple conductor”, decía cada 7 de junio cuando lo saludaban para el Día del Periodista. Y si, no era periodista, pero nadie dudaba que era un tipo informado. Todos los días, a las 6.30, se sentaba con los diarios en la sala de producción de la radio, preparaba agenda y armaba la Cadena de la Amistad Patagónica. Diariamente, una rutina que mantuvo hasta el último día que estuvo en la radio.
“Vamos muchachos, esto es radio”, nos decía ante un silencio o alguna distracción para salvar ese segundo de silencio mortal al aire. Nunca te dejaba a pata. Nunca.
“Vamos, vamos…. nota, nota”…y nos apuraba para tener alguien en línea, la velocidad, el vértigo de la mañana en la radio. Charló con politicos, artistas, colegas, vecinos; policias y delincuentes; con el de acá a la vueta y con el de nación, y con ese otro que estab en otro país. El Oso era multifacético. Podía hablarte de cualquier tema y su voz enseguida te atrapaba y te obligaba a escucharlo.
Hoy recibimos la noticia más triste, la misma que obligadamente tenemos que informar.
Ah Oso, la luz de aire está prendida…..te aviso: no se apaga nunca.