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Léase antes de instalar: El mundo de los términos y condiciones

(Por Mariel Suárez Jueza Penal, Experta en Derechos Digitales, Triple Magister Cibercrimen Ciberseguridad y Perito Informática Forense, Profesora invitada en Universidades extranjeras, autora de publicaciones varias.)

Nadie lee los términos y condiciones ni las políticas de privacidad, la mayoría de los usuarios acepta directamente.

Se calcula que el 97% de los usuarios entre 18 y 34 años lo hace sin leer. Uno de los principales motivos puede ser que tienen una gran extensión, por ejemplo en el caso de la empresa Microsoft dado que las mismas cuentan con más de 15 mil palabras, mientras que las condiciones de TikTok y Spotify su lectura duraría cerca de los 40 minutos-

Otro de los motivos que nos lleva a aceptarlas sin leer es el idioma. En muchos casos las cláusulas están en inglés.

Las cláusulas, términos o condiciones son un contrato en sí y, cuando aceptamos estamos firmando este contrato, mediante una firma digital, que puede ser atribuible al usuario por el mail que uso para registrarse y por la dirección de IP que usa para conectarse en un determinado momento, por lo que luego no la podemos desconocer, dado que existe la evidencia digital que respalda aquel acto.

Dentro de las consecuencias que puede traer aparejadas nuestro obrar desprevenido, una de ellas es que podemos autorizar a la aplicación que estamos descargando a restringir y bloquear usuarios sin autorización nuestra.

Puede escribir mensajes en forma automática, que la empresa renueve los servicios automáticamente o bien que los cancele o suspenda en cualquier momento sin previo aviso.

También puede ocurrir que sin darnos cuenta, estemos autorizando el acceso ilimitado a nuestros mensajes de texto o de nuestros correos, de fotos e incluso la ubicación.

Cuando instalamos una app y aceptamos ciegamente las condiciones de uso, les otorgamos una licencia no exclusiva sobre el contenido que publicamos, en otras palabras que ellos lo pueden usar libremente.

Puede que cuando aceptemos sin leer, estemos aceptando que lucren nuestra información, que la vendan a un tercero ajeno a ese contrato, información personal sensible como nombres, direcciones, teléfonos o datos de nuestras cuentas bancarias o formas de pago.

Existen tres niveles de internet. El que usamos a diario representa un 4% de la red. El 96 % restante se divide entre la deep web y la dark web, la internet profunda y la internet oscura, que es donde se vende toda nuestra información.

Las empresas tienen la obligación de tener políticas claras, mientras tanto qué podemos hacer al respecto: Primero leer, exigir políticas de privacidad en nuestro idioma que sean cortas, claras y sencillas, fáciles de leer.

NO instalar aplicaciones de moda. Verificar que las aplicaciones se ofrecen de sitios oficiales. Antes de instalar una aplicación pensar si nos sirve y para que la vamos a usar, las aplicaciones ocupan memoria ram aunque no estén en uso y hacen que nuestros dispositivos funcionen más lentos.
Manejar nuestra privacidad y comportamiento en redes sociales, en la cadena de ciberseguridad somos el eslabón más débil.

La ciberseguridad no es otra cosa que prestar atención y cuidarnos como lo hacemos en el mundo físico cuando ponemos llave a la puerta, cuando nos aseguramos de cuidar nuestras pertenencias, de guardar bien nuestra billetera, de cerrar el cierre de la cartera, pero trasladado al mundo digital. No es otra cosa que adoptar costumbres diarias que dotan de seguridad nuestros dispositivos, claves fuertes, contraseñas robustas, instalar antivirus, NO abrir links desconocidos, verificar que el archivo que abriremos esté libre de malware, desconfiar de los enlaces cortos. Las medidas de la ciberseguridad tienden a proteger al hombre, no a los dispositivos.