El Equipo de Antropología Forense, El Che, desaparecidos y Malvinas

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El EAAF nació en 1984, luego de que Abuelas de Plaza de MAyo pidió ayuda a una ONG de Estados Unidos para poder identificar cadáveres de personas desaparecidas en la última Dictadura Militar.

Clyde Snow fue el antropólogo que acudió. Formó un equipo con jóvenes estudiantes de antropología que lo ayudaron, y aprendieron de él, realizando el trabajo de campo. Así inició hace más de 36 años la primera organización científica, no gubernamental y sin fines de lucro que aplica métodos interdisciplinarios para el esclarecimiento de crímenes, que cumplió tareas en más de 60 países,

Se especializan en la identificación de cuerpos esqueletizados para devolver la identidad a las víctimas y recabar información importante para el esclarecimiento de causas judiciales.

De los estudiantes que iban aprendiendo en cada fosa excavada pasaron a 60 profesionales reconocidos por su prestigio a nivel internacional. Tienen un laboratorio de genética en Córdoba, una oficina en México donde centralizan la identificación de víctimas del narcotráfico y Estado, y otra en Nueva York.

Si bien los crímenes en masa son la especialidad del EAAF, por su prestigio son convocados por la Justicia para intervenir en distintas causas. Realizaron la autopsia de Santiago Maldonado y lograron identificar a Mariela Tasat, una niña desaparecida en 2002. La buscaron en redes de trata y de explotación infantil, pero 17 años después descubrieron que había sido enterrada sin identificar después de haber sido arrollada por el tren.

De casos actuales, como la autopsia del cuerpo que se presume podría ser de Facundo Astudillo Castro, hasta los restos de Ernesto Che Guevara en Bolivia. También participaron del análisis de los los cuerpos de Pablo Neruda y Salvador Allende, en Chile.

Otro de los logro más importantes del equipo fue la identificación de los soldados enterrados como NN en el cementerio de Darwin, en las Islas Malvinas. Hasta ahora en sus tumbas sólo rezaba el lema “Soldados sólo conocidos por Dios” pero después de un trabajo exhaustivo lograron devolver los restos de casi todos a sus familias.

También crearon el Proyecto Fronteras, que ayuda a identificar personas que desaparecieron en su ruta migratoria desde Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua hacia México o Estados Unidos. Recorren fosas comunes en estos países donde muchos son enterrados sin identificación o víctimas de la violencia o el narcotráfico.

Actualmente el Equipo está integrado por 70 personas. El año pasado fueron postulados por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales y la Universidad Nacional de Quilmes para el Premio Nobel de la Paz, uno de los galardones más prestigiosos del mundo.