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De la Terapia Intensiva de Comodoro al puesto sanitario de Lago Blanco.Vídeo

Conocé la historia de Noemí Soto, la enfermera de Comodoro Rivadavia que decidió hacer un cambio rotundo en su vida y vivir en Lago Blanco.

(Por Soledad Herrera).- Noemi Soto, es la única enfermera de Lago Blanco, está allí hace un año y contó a Radio Del Mar como es su vida diaria.

Ella pasó de vivir en Comodoro Rivadavia con una vida más dinámica, con dos puestos laborales en terapia intensiva de distintos nosocomios, a trabajar en un puesto sanitario y residir en Lago Blanco, un pueblo al límite con Chile que muchas veces padece la falta de servicios pero la tranquilidad allí, reina.

“Mi labor diario comienza a las 8 de la mañana que abrimos el puesto sanitario, trabajamos hasta las 14 horas en conjunto con un chofer y una trabajadora comunitaria”, empezó describiendo su rutina, “una o dos veces por semana, de acuerdo al requerimiento, se sale a visitar los pacientes que no pueden acercarse al puesto sanitario, a los adultos mayores”.

Entonces resaltó que, “yo los tengo a todos identificados, como es un pueblo chico, ya voy a visitarlos, se les controla y conozco toda su medicación”.

En el pueblo las urgencias escasean pero Noemi siempre está predispuesta, debido a que es la única enfermera en el lugar, “después del horario del puesto, la gente va a mi casa, es guardia pasiva”.

De Comodoro Rivadavia a Lago Blanco:

“Decidí venirme por la situación caótica que tenía con dos trabajos en la terapia intensiva de clínicas privadas”, contó pero “necesitaba más tranquilidad”, agregó.

La oportunidad de trabajar en el interior de Chubut surgió a que “conocí a una enfermera de Río Mayo que me dijo que el pueblo no tenía enfermera estable”.

A mí, “me gusta la enfermería comunitaria y me sentí tocada por la situación del pueblo”, expresó.

Lago Blanco tiene alrededor de 300 habitantes, entonces por lógica, es un lugar más tranquilo que la capital petrolera y el cambio de vida es rotundo.

Al tiempo que llegué, “me avisan que había una urgencia y cuando salgo con toda la adrenalina preparada para armar una sala de urgencia, me encuentro con un niño que se cayó y se raspó la uña”, contó dejando entrever una pequeña risa cómplice para evidenciar la serenidad del lugar.

“Acá no hay urgencias, las urgencias a veces son en la ruta”, aunque son escazas debido a que hace un año que Noemi está allí cumpliendo servicios y no presenció ninguna.

Luego sinceró, “es linda la vida acá, me costó mucho adaptarme, hace un año que estoy y a veces me sigue costando pero me gusta mucho”.

“Yo me vine con mi hijo más chico de 8 años, dejé mi familia en Comodoro Rivadavia. Acá mi hijo tiene más libertad, puede jugar tranquilo hasta tarde”, enfatizó emocionada por algo lejano en la ciudad del viento por la cantidad de habitantes y movimiento permanente.

Un pueblo olvidado:

Una localidad a tan sólo 380 kilómetros de Comodoro Rivadavia pero que como tantos pueblos de la provincia, son carentes de muchos servicios básicos como el gas, el agua que a veces pasan varios días sin tenerla, o hasta la luz que cuando el transformador falla, lo único que existe es la iluminación del sol.

“Acá no hay panadería, no tenemos carnicería y dependemos de Río Mayo que está a prácticamente dos horas”, explicó y dijo que “hay que saber organizarse con las comidas, porque no tenés un supermercado donde poder ir a comprar”. Además “frutas hay una vez a la semana”.

Los que tienen movilidad propia viajan una vez al mes a comprar a Río Mayo pero los que no, “nos solventamos más o menos comprando la canasta básica en dos kioscos del pueblo”.

“En Comodoro podes elegir entre calidad media y baja, acá se gasta mucho en lo básico y no comes bien, no te alimentas bien, en cuánto a que no hay carnicería, ni otros comercios”, explicó pero también resaltó que “te acostumbras”.

Por otro la sanidad también es un punto débil, si bien son pocos habitantes, la enfermera tiene descanso cada varios meses y sólo por seis días, después está constantemente trabajando o de guardia.

Hace un tiempo, “tengo entendido que se pidió una enfermera más pero todavía no sabemos cuándo, también hay que ver que la enfermera se adapte”.

“Acá nos conocemos todos”.

Un pueblo donde los celulares sólo funcionan con wifi, donde “tomar un mate muchas veces es un privilegio” por la falta de agua y a veces de leña, allí donde a la ambulancia se la puede llamar con un aparato de comunicación pero si está solamente a pocas cuadras, sino hay que esperar que llegue.

La vida en Lago Blanco, es tranquila y allí todos se conocen. “La gente acá es muy colaboradora”, contó y dijo que como todos tienen las mismas demandas, “siempre avisan que van a Río Mayo, asique se les da una cartita con el pedido y el dinero”.

La localidad no ha sido ajena al contexto de pandemia y contó que “cuando llegó el virus nos contagiamos todos”, en la actualidad no hay casos positivos de coronavirus.

“Gracias a Dios estamos bastante bien, se vacunó casi la mayoría de la población con la segunda dosis, la semana que viene vacunaríamos los que nos faltan y ya no nos quedaría más para vacunar”, expresó feliz.

“Estamos bastante bien en cuanto a vacunas y a contagios, es un pueblo chico y están bastante enseñados en cuanto a la prevención igual, a los cuidados y uso de barbijo”, resaltó.

La esperanzadora obra del Corredor Bioceánico:

“Estoy muy contenta y emocionada porque a nosotros hasta para trabajar nos favorece, ahora con mucha esperanza de que puedan arrancar la obra para Río Mayo, que es lo que nos va a beneficiar más”, explicó.

Con este movimiento en el pueblo, tienen la esperanza que sea la puerta a muchos progresos, “hay muchas expectativas y la gente está contenta porque va haber fuentes de trabajo, al haber gente que venga a trabajar, se van a empezar a poner un negocio y demás”, detalló y luego culminó diciendo que “para nosotros es una fiesta cuando viene gente”.